
Hay veces en la vida de una mujer en que ésta llora sin cesar y, aunque cuente con la ayuda y el apoyo de sus seres queridos, no puede dejar de llorar.
Hay algo en sus lágrimas que mantiene al depredador a raya y aparta el malsano deseo o la ventaja que podría provocar su ruina.
Las lágrimas sirven para remendar los desgarros de la psique, por los que se ha ido escapando la energía. La situación es muy grave, pero lo peor no llega a producirse —no nos roban la luz— porque las lágrimas nos otorgan la conciencia. No hay posibilidad de que nos quedemos dormidas cuando lloramos. Y el sueño que se produce es tan sólo para el descanso del cuerpo físico.
A veces una mujer dice:
«Estoy harta de llorar, estoy hasta la coronilla, quiero detenerme»
Pero es su Alma la que derrama lágrimas y éstas son su protección. Por consiguiente, tiene que seguirlo haciendo hasta que termina su necesidad.
Algunas mujeres se asombran de la cantidad de agua que puede producir su cuerpo cuando lloran.
Eso no dura eternamente
sólo hasta que el Alma
termina de expresarse de esta sabia manera.
¬Clarissa Pinkola Estés
Libro: Mujeres que Corren con Lobos
Photo by Rene Asmussen /Pexeles
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