SOBRE LA MUERTE | Osho

Un amigo ha preguntado:

Has dicho que no hay verdad mayor que la muerte. También has dicho alguna vez que aquello que llamamos muerte no existe. ¿Cuál de las dos afirmaciones es verdadera?

Ambas son verdaderas. Cuando digo que no hay verdad mayor que la muerte, estoy haciéndoos ver que el fenómeno de la muerte es una realidad enorme en esta vida, en lo que llamamos «vida» y en lo que entendemos por «vida»; en términos de nuestra personalidad, que consiste en lo que yo describo como «el yo». Esta personalidad morirá; lo que llamamos «vida» morirá también. La muerte es inevitable. Sin duda, vosotros moriréis y yo moriré, y esta vida también se destruirá, quedará reducida a polvo, borrada.

Cuando digo que no hay verdad mayor que la muerte, quiero recordaros el hecho de que todos vamos a morir. Y cuando digo que la muerte es completamente falsa, quiero recordaros que dentro de este «yo», dentro de «vosotros», hay alguien que no morirá nunca. Y también hay una vida que es diferente de lo que vosotros creéis que es la vida: una vida sin muerte. Ambas cosas son verdaderas: son verdaderas a la vez. Si suponéis que sólo una de ellas es verdadera, no seréis capaces de comprender toda la verdad.

Si alguien dice que la sombra es una realidad, que la oscuridad es una realidad, tiene razón. La oscuridad existe, y también existe la sombra. Y si otra persona dice que la oscuridad no existe, también tiene razón. Lo que dice es que la oscuridad no tiene una existencia positiva. Si os pido que me traigáis un par de sacos de oscuridad no seríais capaces de hacerlo. Una habitación está llena de oscuridad; pero si os piden que saquéis de ella la oscuridad, no seréis capaces de hacerlo. O si yo os digo: «Si allí hay oscuridad, haced el favor de traérmela», no podréis hacerlo. ¿Por qué? Porque la oscuridad tiene una existencia negativa; la oscuridad es, simplemente, la ausencia de luz.

Aunque la oscuridad existe, sin embargo no es más que la ausencia de luz.

Así pues, si alguien dijera que no hay oscuridad, tiene razón. Existe la presencia de luz y existe la ausencia de luz, pero no existe la oscuridad como tal. Por esta razón podemos hacer lo que queramos con la luz, pero con la oscuridad no podemos hacer nada. Si queréis eliminar la oscuridad, tendréis que encender la luz; si queréis producir oscuridad, tendréis que apagar la luz. No se puede hacer nada directamente con la oscuridad.

Vais corriendo por una carretera. Vuestra sombra aparece detrás de vosotros; corre también con vosotros. Todos pueden ver la sombra; nadie puede negar su existencia. Pero también puede decirse que no hay sombra, porque no tiene entidad propia. La sombra existe porque vuestro cuerpo detiene la luz del sol.

Cuando vuestro cuerpo detiene la luz, se forma una sombra; cuando tenéis el sol sobre la cabeza, no se forma sombra, porque los rayos del sol no se detienen. Si hiciéramos una figura humana de vidrio, no aparecería ninguna sombra, porque los rayos atravesarían el cristal. Cuando se bloquea la luz, se forma una sombra; la sombra no es más que una ausencia de luz. Por tanto, si una persona dice que la sombra existe, no se equivoca. Pero ésta es una verdad a medias. Debería añadir, además, que la sombra no existe. En tal caso la verdad queda completa. Esto significa que una sombra es algo que existe pero, a la vez, no existe. Pero con nuestra manera de pensar no somos capaces de ver nada si no lo dividimos en dos partes independientes. Una vez juzgaron a un hombre acusado de cometer un asesinato. Había matado a otro hombre, y los que habían visto cometer el crimen se presentaron como testigos.

Un testigo dijo:

El crimen se cometió al aire libre y brillaban las estrellas en el cielo. Yo veía las estrellas y vi el crimen.

A continuación se presentó otro testigo ocular que dijo:

El crimen se cometió dentro de la casa, cerca de la puerta junto a una pared. Hay manchas de sangre en la pared, y, como yo estaba junto a la pared, también se me manchó de sangre la ropa. Este asesinato se cometió dentro de la casa.

El juez estaba confuso. ¿Cómo podían decir la verdad los dos? Evidentemente, uno de los dos mentía.

El asesino se echó a reír. El juez le preguntó de qué se reía.

El asesino dijo:

Le diré que ambos tienen razón. La casa estaba a medio construir: todavía no se había levantado el tejado. Se veían las estrellas. El asesinato se cometió a cielo abierto, pero cerca de la puerta, junto a la pared que está manchada de sangre. La casa estaba casi terminada: habían construido las paredes; sólo faltaba el tejado. De modo que ambos tienen razón.

La vida es tan complicada que hasta las cosas que parecen contradictorias resultan verdaderas. La vida eS muy compleja. La vida no es como creemos: contiene muchas contradicciones; es muy vasta.

En cierto sentido, la muerte es la mayor de las verdades, pues el modo en que vivimos tendrá fin; moriremos, dejando de ser como somos, y el marco que hemos creado también será destruido. Aquellos a los que consideramos como todo nuestro mundo (nuestra esposa o marido, nuestro hijo, nuestro padre, nuestro amigo) morirán también. Pero, al mismo tiempo, la muerte es una falsedad, porque hay algo que reside dentro del hijo que no es el hijo, y que no morirá nunca. Hay algo que reside dentro del padre que no es el padre, y que no morirá nunca. El padre morirá, por supuesto, pero dentro de él hay algo más que el padre, más allá de la relación familiar, que no muere.

El cuerpo morirá,

pero hay algo dentro del cuerpo

que no muere nunca.

Ambas cosas son verdaderas a la vez. Así pues, es preciso tener presentes ambas cosas para comprender la naturaleza de la muerte.

¬Osho

Libro: Aquí y Ahora.

Sobre la muerte, el morir y las vidas anteriores

Photo by Claude Alleva /Pixabay

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