EL CUERPO FÍSICO | Patricia Anaya

«El Cuerpo Físico» forma parte de una serie de publicaciones sobre «El Hombre y Sus Cuerpos» (*)

El humano suele identificarse con las envolturas externas que lleva, y es propenso a reconocerse como si fuese sus cuerpos, cuando en realidad solamente son vehículos que le sirven de manera temporal. Es preciso erradicar esta perspectiva si se desea adquirir el verdadero concepto del Ser.

Se entiende por humano al Yo vivo, consciente y pensante: al individuo.

Los cuerpos son las envolturas en que el Yo está encerrado, cada una de las cuales le sirve para funcionar en determinada región del Universo.

Lo mismo que se usa un barco en el agua o un avión en el aire, para trasladarse de un lugar a otro, siendo el viajero siempre el mismo, así también el Yo verdadero permanece siendo el mismo, cualquiera que fuese el cuerpo en que funcione. Y así como el barco y el avión son diferentes por sus materiales y construcción, conforme al elemento al que están destinados, así varía cada cuerpo de acuerdo con el medio en el que va a actuar.

Pero todos son instrumentos que el Yo utiliza de manera transitoria; que se gastan y se renuevan según su naturaleza, y que se adaptan a sus mudables necesidades, a sus poderes progresivos.

CUERPO FÍSICO

Dentro del término «Cuerpo Físico» se incluyen los dos vehículos o envolturas inferiores del humano, que están compuestos de materia física y que funcionan en el plano físico. No pueden pasar de este plano, por lo que son abandonados por el humano al tiempo de su muerte y se desintegran juntos en el mundo físico, cuando pasa al astral.

La conciencia que obra dentro de estas envolturas está circunscrita a los límites físicos, y sujeta a las leyes ordinarias del tiempo y el espacio.

Aun cuando estos dos aspectos del «Cuerpo Físico» son parcialmente separables, se separan rara vez durante la vida en este Planeta, y esta separación suele ser señal de enfermedad o desequilibrio.

Estos dos vehículos o envolturas se distinguen entre sí por los materiales de los que se compone: el «Cuerpo Físico», como tal, es un material denso, mientras que el otro es más sutil, etéreo, y por eso se le conoce como «Doble Etéreo».

El «Doble Etéreo» es un duplicado exacto, partícula por partícula, del «Cuerpo Denso» o cuerpo visible, y el medio por el cual funcionan todas las corrientes vitales y eléctricas de que depende la actividad del cuerpo.

La materia física tiene siete subdivisiones que se distinguen una de otra, y cada una de ellas presenta gran variedad de combinaciones dentro de sus propios límites.

Estas subdivisiones son: estado sólido, líquido, gaseoso y etéreo; este último a su vez se compone de cuatro estados de distinto material etéreo, conocidos como éter I, éter II, éter III y éter IV.

Nada de lo que el humano ejecute en relación solamente con el «Cuerpo Físico» puede hacer de él un vidente o un santo; pero es verdad que el cuerpo es un instrumento del que tiene que hacer uso, y es necesario tratarlo de modo que le sirva para encaminarse en la dirección del Sendero.

Los instrumentos del humano son los cuerpos en que tiene que vivir y trabajar, y es preciso que recuerde que el cuerpo existe para el humano, no el humano para el cuerpo; el cuerpo es para ser usado por el humano, y no a la inversa; ya que detendría su progreso, su evolución.

El «Cuerpo Físico» es un instrumento que tiene que ser refinado, mejorado, educado, modelado para que sea en el plano físico el medio más adecuado para los fines superiores del humano. Todo lo que conduzca a este propósito debe practicarse y fomentarse; a su vez, todo lo que no conduzca a este propósito debe eludirse.

La naturaleza misma del «Cuerpo Físico» hace que se le pueda convertir fácilmente en servidor e instrumento y tiene ciertas particularidades que permiten que sea educado mediante hábitos.

CUERPO DENSO

Es la parte más visible del «Cuerpo Físico».

Es capaz de realizar una serie de actividades, cuya mayor parte se halla fuera del dominio de la voluntad, existiendo otra parte que si puede dominarse. Ambas actividades obran por medio de sistemas nerviosos diferentes.

A través del «Sistema Nervioso Simpático» se ejercitan todas las actividades involuntarias del cuerpo que sostienen la vida ordinaria, por cuyo medio se contraen los pulmones, late el corazón y son dirigidos los movimientos del sistema nervioso.

En un tiempo, durante el largo pasado de la evolución física, en la que se formaron los cuerpos del humano, este sistema estaba bajo el gobierno del animal que lo poseía; pero gradualmente empezó a funcionar automáticamente, se separó del dominio de la voluntad, adquirió una vida propia, casi independiente, y ejercitó por sí todas las actividades vitales que constituyen la normalidad.

Es posible poner el «Sistema Nervioso Simpático» bajo el dominio de la voluntad con un entrenamiento específico y de muy larga duración, como lo hacen algunos Yoguis en la India.

El «Sistema Nervioso Voluntario» es el instrumento a través del cuál el humano expresa su voluntad y su conciencia; y por medio de él el humano siente y se mueve en el plano físico. Está conformado por el cerebro y la espina dorsal, y los filamentos nerviosos que parten de él para todo el cuerpo, o sea, los nervios motores y de sensación.

El humano no puede hacer nada en el plano físico sino por medio del cerebro y del sistema nervioso. Si el cerebro está afectado por alguna droga, por enfermedad o por un golpe, el pensamiento del hombre a quien pertenece el cerebro no encuentra su debida expresión en el plano físico.

Estos sistemas nerviosos, como todas las partes del cerebro, están construidos de células, que a su vez están construidas de pequeñas moléculas, y éstas de átomos. Los átomos se combinan de innumerables modos para formar los gases, los líquidos y los sólidos del “Cuerpo Denso».

Cada átomo es algo viviente, capaz de tener vida independiente; y toda combinación de átomos en un ser complejo, es también algo viviente.

Así, toda célula tiene su vida propia, y estos átomos, moléculas y células, combinados juntamente, forman un todo orgánico, un cuerpo que sirve de vehículo a una forma de conciencia más elevada que la que ellos alcanzan separadamente.

Las partículas de que se componen estos cuerpos están en continuo movimiento; y como son conjuntos muy diminutos de átomos, no pueden percibirse por la simple visión, aun cuando muchos se ven por medio del microscopio.

Si se pone un poco de sangre bajo el microscopio, se observan un conjunto de cuerpos vivos, corpúsculos blancos y rojos, siendo los blancos muy semejantes en estructura y actividad a la ameba ordinaria. En relación con muchas enfermedades se encuentran también microbios, bacilos de varias clases.

Los científicos dicen que en el «Cuerpo Denso» hay microbios “amigos” y microbios “enemigos”: unos que perjudican y otros que devoran a los intrusos del etéreo y a la materia inútil. Algunos microbios que vienen de afuera y hacen estragos en el cuerpo, con las enfermedades; otros promueven la salud, y de este modo este vehículo denso o envoltura está constantemente cambiando sus materiales, que se allegan y duran por cierto tiempo, y luego se marchan a formar parte de otros cuerpos; un cambio y combinación constantes.

De estos hechos depende la posibilidad de la purificación del «Cuerpo Denso», convirtiéndolo en un vehículo más propio para que lo habite el humano.

Muchas personas suelen permitir que su cuerpo se alimente y conforme de materiales acordes con sus deseos, sin tener en cuenta que sirvan o no al propósito de la construcción de una morada pura y noble para el Yo, el humano verdadero, que siempre sobrevive.

La purificación del «Cuerpo Denso» consiste en un procedimiento de selección deliberada de las partículas que le componen. El humano debe ingerir como alimento los constituyentes más puros que pueda obtener, rechazando lo impuro y lo grosero.

Sabiendo que las partículas de que se ha formado en los días de vida descuidada, desaparecerán gradualmente con el cambio natural, a lo menos dentro de siete años, si bien es dado apresurar este proceso considerablemente, debe resolver que no entren más en su construcción partículas impuras.

A medida que aumenta los constituyentes puros, organiza un ejército de defensores que destruyen las partículas inmundas que penetren sin su consentimiento; y con una voluntad activa de que su cuerpo permanezca puro, actúa magnéticamente, y rechaza sin cesar de su proximidad todo ser grosero que trate de penetrar en él, formando así una barrera contra las invasiones a que está expuesto en una atmósfera impregnada de toda clase de impurezas.

Aun cuando el humano posea –procedentes de otras vidas más disciplinadas– facultades psíquicas parcialmente desarrolladas, que se muestren a pesar de las circunstancias desfavorables del presente, el empleo de ellas será defectuoso, cuando dependen del «Cuerpo Físico» y éste sea impuro, porque entorpecerá y desnaturalizará el ejercicio de las facultades que funcionen por su medio, y las afirmaciones de éstas no serán dignas de crédito.

De ahí la importancia de que el humano se decida a purificar su cuerpo y convertirlo en un instrumento adecuado a la obra del Yo.

Ciertamente, ninguna clase de cuidado que se tengan con el «Cuerpo Físico», dará por sí solo al hombre vida espiritual; pero ¿por qué se ha de aumentar la dificultad con un cuerpo impuro? ¿Por qué consentir que los poderes, grandes o pequeños, se vean estorbados, empequeñecidos y estropeados en sus tentativas de manifestación por mediar un instrumento que es imperfecto sin necesidad?     

EL DOBLE ETÉREO

En algunos textos también se le llama «Doble Etérico» o «Cuerpo Etérico»

La ciencia física moderna afirma que todo cambio corporal, ya sea en los músculos, en las células o en los nervios, está acompañado por una acción eléctrica, y esto es probablemente la verdad hasta en los cambios químicos que constantemente tienen lugar.

Dondequiera que concurra la acción eléctrica, el éter tiene que estar presente, de modo que la presencia de la corriente implica la del éter, que compenetra a todo y a todo envuelve; ninguna partícula de materia física se halla en contacto con otra, sino que cada una flota en una atmósfera de éter.

Como ya se ha dicho, existe en cuatro estados distintos, el más sutil de los cuales constituye los átomos físicos últimos —no el llamado átomo químico que es un cuerpo compuesto—; últimos, porque cuando se les desintegra producen materia astral.

El «Doble Etéreo» está compuesto de estos cuatro éteres que compenetran los constituyentes sólido, líquido y gaseoso del «Cuerpo Denso», encerrando a cada partícula en una envoltura etérea, y presentando de este modo un duplicado perfecto de la forma más densa.

Es posible percibir el «Doble Etéreo» a través de una vista que no es física, pero que se ha ejercitado.

El «Doble Etéreo» tiene un color violeta gris, grosero o delicado en’ su textura, según el «Cuerpo Denso» sea grosero o fino. Los cuatro éteres entran en él del mismo modo que los sólidos, líquidos y gases entran en la composición del «Cuerpo Denso», y pueden estar en combinaciones más o menos groseras o finas, como sucede con los constituyentes más densos.

Es importante observar que el «Cuerpo Denso» y su «“Doble Etéreo” varían en su calidad de manera conjunta, de modo que a medida que el humano refina deliberada y conscientemente su «Cuerpo Denso», el «Doble Etéreo» sigue el mismo curso sin que aquél tenga conciencia de ello y sin necesidad de nuevos esfuerzos.

Por medio del «Doble Etéreo» circula la vitalidad «Prana» a lo largo de los nervios del cuerpo, los cuales pueden así actuar como los transmisores de la fuerza motriz y de la sensibilidad a las masas externas.

Los poderes del pensamiento, del movimiento y del sentimiento, no residen en la substancia  nerviosa física o etérea: son actividades del Ego obrando en sus cuerpos internos, y su expresión en el plano físico se hace posible por el aliento de vida al correr a lo largo de los hilos nerviosos y alrededor de las células nerviosas.

El «Prana» es el aliento de vida, es la energía activa del Yo.

La función del «Doble Etéreo» es servir de medio físico a esta energía, y de aquí que se le conozca como el «vehículo de Prana».

El «Doble Etéreo» es particularmente sensible a los constituyentes volátiles del alcohol.  

FENÓMENOS RELACIONADOS CON EL CUERPO FÍSICO

Cuando una persona se va a dormir, el Ego se desliza fuera del «Cuerpo Físico» y lo deja en su sueño a fin de que se reponga para el trabajo del día siguiente.

El «Cuerpo Denso» y su «Doble Etéreo» son así abandonados a sus propios impulsos y al efecto de las influencias que atraen a sí por su constitución y costumbres.

Corrientes de formas de pensamientos del mundo astral, de una naturaleza similar a las formas de pensamiento creadas o albergadas por el Ego en su vida diaria, corren a través de los cerebros denso y etéreo, y mezclándose con la repetición automática de las vibraciones puestas en acción en el estado de vigilia por el Ego, ocasionan los sueños interrumpidos y caóticos conocidos de la mayoría de las gentes.

Estas imágenes sin hilación demuestran el funcionamiento del «Cuerpo Físico» cuando se halla abandonado a sí mismo; y sólo puede reproducir los fragmentos de pasadas vibraciones, sin orden racional o coherencia, ajustándose unos con otros en la medida que se presentan, por más grotescamente incongruentes que sean, insensible a lo absurdo y a lo irracional.

Mirados de este modo, los cerebros denso y etéreo son los instrumentos del pensamiento, no los cuadros del mismo, pues son difusas sus creaciones cuando están abandonados a sí mismos.

Durante el sueño, el Ego pensante se desliza fuera del «Cuerpo Físico» en sus dos partes, visible o densa, y poco visible o etérica.

En la muerte sale de ellos por última vez, pero con la diferencia de que retira con él el «Doble Etéreo», separándolo de su copia densa, y haciendo así imposible que continúe el funcionamiento del aliento de vida en este último, cómo un todo orgánico.

El Ego se desprende luego prontamente del «Doble Etéreo», que como hemos visto no puede pasar al plano astral, dejándolo que se desintegre con su compañero de vida.

Algunas veces, el «Doble Etéreo» se aparece inmediatamente después de la muerte, a algún amigo que se halla a no mucha distancia del cadáver, pero naturalmente manifiesta muy poca conciencia, y no habla ni hace otra cosa más que “manifestarse”.

Como es físico; es relativamente fácil verlo; y una ligera tensión del sistema nervioso puede hacer la vista bastante penetrante para distinguirlo.

Es lo mismo que ocurre con muchas “apariciones” en los cementerios, pues flota sobre las tumbas en que yace su doble denso, pudiéndosele ver con más facilidad que al «Cuerpo Astral».

Para el humano común esta separación del «Cuerpo Denso» y el «Doble Etéreo» sólo tiene lugar en la muerte; pero algunas personas a las que se denomina “médiums” se encuentran sujetas a una división parcial del «Cuerpo Físico» durante la vida terrestre.

Cuando se proyecta el «Doble Etéreo», éste se divide en dos: la totalidad del mismo no puede separarse del «Cuerpo Denso» sin causar la muerte de este último, pues las corrientes del aliento de vida necesitan su presencia para circular.

Aún su separación parcial pone al «Cuerpo Denso» en un estado de letargo, suspendiéndose casi la actividad vital; una debilidad extremada es el resultado inmediato de la separación de las dos partes, y el estado del médium, hasta que se restablezca la unión normal, es en extremo peligroso.

La mayor parte de los fenómenos que tiene lugar a presencia de los médiums, no están relacionados con esta proyección del «Doble Etéreo»; pero algunos que se han distinguido por el carácter notable de la materialización que han contribuido a producir, presentan esta particularidad a la observación.

RELEVANCIA DE LA SALUD DEL CUERPO FÍSICO

El «Cuerpo Denso» y el «Doble Etéreo» que conforman el «Cuerpo Físico» pueden ser un vehículo o vestidura conveniente y confortable para el Yo verdadero o pueden ser una prisión, de la que solamente la muerte podrá liberarle.

Para que el «Cuerpo Físico», en sus dos partes, sea un vehículo con el cual el Yo verdadero pueda vivir de manera óptima en este Planeta, y logre un progreso consistente, es preciso que esté perfectamente saludable y fuerte, y a la vez delicadamente organizado, refinado y sensible.

Las facultades del Yo verdadero se entorpecen u obstaculiza si su instrumento se halla gastado o desordenado por una salud disminuida total o parcialmente.

Es una tarea constante y permanente que el humano rechace todas las influencias perniciosas y busque atraer todas las benéficas, sabiendo que los logros serán graduales, y que éstos se empezaran a notar cuando observe que se empiezan a manifestar toda clase de poderes de percepción que antes no se había percatado que poseía.

Por ejemplo, empieza a ser más sensible a los sonidos y a las percepciones, a armonías más completas, más suaves y más ricas, a matices más delicados y más preciosos.

De igual modo que el pintor educa su vista para ver delicadezas de colorido, para las cuales están ciegos los ojos ordinarios; y así como el músico educa su oído para percibir notas imperceptibles al oído ordinario, así también se pueden educar los cuerpos para hacer que perciban las vibraciones más sutiles de la vida que se pierden para la generalidad de los humanos.

Esto tiene que lograrse no con fines egoístas de vanidad o de goce, sino para que el humano pueda tener una fuerza mayor al servicio del progreso de los demás seres sintientes.

¬Patricia Anaya

Síntesis realizada a partir de las enseñanzas de

Annie Besant

en su Libro: El Hombre y sus Cuerpos

Imagen tomada de la Red en el buscador de Google

(*) Esta entrada forma parte de una serie que he preparado sobre los Cuerpos del Humano, describiendo en cada una de manera sintética lo que considero más relevante en relación a cada uno de los vehículos de su conciencia durante la vida en el Planeta Tierra y lo que le ocurre cuando la muerte física tiene lugar.

Para leer las otras publicaciones de esta serie:

(2) Cuerpo Astral AQUÍ

(3) Cuerpo Mental AQUÍ

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